“ Por ejemplo, se tiene que identificar si los problemas de expresión identificados corresponden únicamente a alteraciones en su producción de los fonemas de las palabras, que omita o cambie alguno de los sonidos. Decir pelito en vez de perrito (habla), o si las dificultades también implican alteraciones en el discurso (sintaxis), que use una palabra en vez de otra que quería emplear o que haga un uso impreciso de las palabras de acuerdo a su significado (semántica) o que su uso del lenguaje respete los convencionalismos sociales y se acompañe de un apropiado contenido no verbal (pragmática).

Suponiendo que únicamente se observen dificultades en la pronunciación (caso en el que nos centraremos en este artículo), es decir, un problema de habla, es esencial considerar la edad del menor, pues el dominio de la coordinación motriz necesaria para pronunciar los fonemas del español es algo que se construye a lo largo de varios años. Planear y ejecutar los movimientos necesarios para pronunciar la /rr/ es tan complejo que no se espera que se haya logrado sino hasta los seis años de edad.

Esto no quiere decir que no haya niños que lo logren antes, sino que no se considera incorrecto que un niño de menos de seis años no lo logre. Y así, para cada fonema del español hay periodos esperados e indicadores que a partir de los dos años nos permiten conocer si un pequeño se encuentra en un desarrollo normal, o si bien, es necesario intervenir al observar retrasos en su habla.

Además de la edad del menor, se deben considerar elementos del perfil sensorial de los pequeños. En la mayoría de los casos, los niños que manifiestan dificultades de habla presentan alteraciones en la reactividad a estímulos táctiles y propioceptivos. Por ejemplo, pequeños que rechazan algunas texturas en su cuerpo, que rechazan usar algún tipo de prendas, que no toleran algunos alimentos o muestran dificultades de coordinación motriz y que tiran cosas o que chocan con objetos fácilmente o que tienen caídas frecuentes.

Los aspectos de integración sensorial deben ser atendidos en primera instancia para lograr una modulación sensorial adecuada, ya que los retrasos en el desarrollo del habla son una manifestación de una dificultad que afecta esta y otras áreas del desarrollo. En un gran porcentaje de los casos que atendemos, una vez desarrollados los elementos de integración sensorial, el habla comienza a mostrar mejoras y se observa un impacto positivo en aspectos generales de la vida cotidiana de los pequeños.

Los aspectos de integración sensorial deben ser atendidos en primera instancia para lograr una modulación sensorial adecuada, ya que los retrasos en el desarrollo del habla son una manifestación de una dificultad que afecta esta y otras áreas del desarrollo. En un gran porcentaje de los casos que atendemos, una vez desarrollados los elementos de integración sensorial, el habla comienza a mostrar mejoras y se observa un impacto positivo en aspectos generales de la vida cotidiana de los pequeños.

Si de acuerdo a la historia de vida del pequeño se percibe necesario, también deben ser considerados otros aspectos como las prácticas de crianza, el nivel de exposición del menor al lenguaje que esté adquiriendo, su historia de salud y aspectos anatómicos funcionales de su aparato fonoarticulador, entre otros.

En @centrotakumi contamos con especialistas en las áreas de Habla, Lenguaje, Neuropsicología, Integración Sensorial, Desarrollo Emocional Funcional y Prácticas de Crianza, quienes podrán ayudarle a la adecuada identificación del área prioritaria de atención para resolver estas dificultades.