¿Por qué le cuesta jugar con otros?
Jugar entre niños es una actividad muy compleja. La posibilidad de compartir muestras de afecto, aceptar límites, establecer confianza, seguir indicaciones, tolerar frustración, solucionar dificultades, reflexionar sobre lo sucedido, mantener un estado de regulación, entre otras manifestaciones del desarrollo emocional de los pequeños, no se dan de forma espontánea sino que requieren de cierto nivel de madurez emocional y son consecuencia de un conjunto de factores.
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Al igual que nuestras capacidades físicas, nuestras capacidades emocionales funcionales deben ejercitarse para desarrollarse y manifestarlas de manera refinadas, compleja y sofisticada. Por ejemplo, para aprender a caminar, necesitamos la fuerza suficiente en nuestras piernas para sostenernos, el procesamiento y coordinación de los estímulos propioceptivos y vestibulares para realizar ajustes posturales adecuados para mantener el equilibrio, etc.
De forma similar sucede con nuestras capacidades emocionales funcionales. De cierta forma, nacemos con las estructuras que nos permitirán llegar a ser sujetos sociales, regulados y reflexivos.Sin embargo, dependemos de la ejercitación sistemática de estas capacidades para lograr mostrarnos de esta manera.
En este sentido debemos considerar que de acuerdo a la edad de cada pequeño estarán listos o no para realizar ciertas acciones. Al igual que no podemos exigir a un bebé de 6 meses que camine hasta donde está su juguete por el cual está llorando, debemos asumir que no podemos esperar que un pequeño de dos años entienda que no debe ponerse tan triste e irritado por no poder jugar con su peluche favorito cuando lo están lavando.
Esto no debe ser confundido con una tolerancia absoluta de todas las acciones de los niños o como una obligación de satisfacer sus deseos de forma inmediata. Pero sí debe servir como orientador para juzgar las acciones de los pequeños, y para ayudarnos a regular nuestras reacciones con respecto a las dificultades que muestren los menores al afrontar las situaciones cotidianas.
Es importante considerar que al igual que en el desarrollo de las capacidades físicas (como el caminar), pueden existir circunstancias que dificulten a los pequeños el adecuado desarrollo de sus capacidades emocionales funcionales y por lo tanto observarse comportamientos atípicos, pues al no contar con estos recursos madurativos les es más difícil sobrellevar las exigencias implicadas en la convivencia con otros.
Cuando esto sucede es importante ponderar el nivel de desarrollo de sus capacidades funcionales, identificar los elementos que pueden estar impactando en su desarrollo y definir las estrategias y tipos de interacción que ayudarán a que estos pequeños alcancen la madurez apropiada para su edad y logren responder a las exigencias de su entorno.
En @centrotakumi contamos con especialistas en las áreas de Habla, Lenguaje, Neuropsicología, Integración Sensorial, Desarrollo Emocional Funcional y Practicas de Crianza, y contamos con certificaciones otorgadas por el International Council for Development and Learning, por The International Institute for the Enhancement of Learning Potential y por The Collaborative for Leadership in Ayres Sensory Integration, quienes podrán ayudarle a la adecuada identificación del área prioritaria de atención para resolver estas dificultades.